lunes, 14 de mayo de 2012

Una mañana desde adentro... de mi

Siempre se queda en mi mano una última caricia. Siempre mi mano trata de alcanzar tu piel blanca para una última caricia y tu espalda se levanta en el segundo preciso en que mi mano está a milímetros de tu roce.

Y me quedo con esas ganas hasta que volvemos a vernos bajo el manto y cuidado de las noches y las copas. Tanto espíritu bohemio que me adjudique en mis años de juventud y ahora añoro una piel blanca mas que a mis vicios y virtudes. Siempre quise esta incertidumbre constante para mantenerme enamorado. Siempre quise tener este objeto de deseo que alcanzo y no obtengo. y nunca pensé en lo que sentiría al tener algo tan lejos y tan cerca.

Las mañanas desde adentro siempre fueron tan claras, tan notoriamente controladas y encerradas en una absurda monotonía. Las mañana que despertaba con plena conciencia de estar enamorado fueron siempre iguales, con mayor o menor intensidad pero con la plena conciencia de que había algo mutuo, algo normal, algo... simple aún con sus notorias dificultades.

Estas mañanas lleno de ti, hambriento de ti... son indescifrables. Lo peor, es que no las quiero descrifrar. Quizás la mala vida es tan necesaria para este empleo de enamorarse del amor... quizás la buena vida es solo un intento de controlar lo que nos dicen que debe ser...

y al final, es lo que es. No hay principio definido, ni un final perceptible hasta que llega.

It is what it is...

No hay comentarios:

Publicar un comentario