lunes, 4 de agosto de 2014

La insoportable pecaminosidad del ser.

      Creo que uno se despierta siempre un lunes con la infinita esperanza de que dos cosas ocurran: Que el lunes no ocurra o que por algún extraño milagro del universo el trabajo se suspenda. No importa si es un ataque terrorista o la nueva ley federal de los maestros. No queremos que nos llegue la ultima hora del fin de semana.

       La otra cosa que uno espera con desesperacion el lunes es haber olvidado los pecados de las noches del fin de semana.

      Pero a veces no se puede. A veces por mas que uno intenta matar a las neuronas responsables del pecado, estas se rehusan a morir para poder revivir la historia de las glorias ganadas. Así pues este lunes mis glorias nocturnas lograron hacer dos cosas: Darme una sonrisa de oreja a oreja y recordarme que, si bien no esta bien visto, algunos estamos diseñados para la soledad.

    Uno busca el amor de la vida durante toda esta y, justo cuando uno piensa que ya lo encontró o que esta por encontrarlo o que ya no lo encontró, llega ese madrazo justo en la cara que te enseña una verdad terrible y transformadora que Oscar Wilde logro retratar mejor con esta frase.

Amarse a si mismo es un romance que dura toda la vida.
 
    Y aunque los elevados consumos alcohólicos hablen de una psique confundida, el hecho es que si, para bien o para mal, por las buenas o por las malas, el chiste esta en amarse todo uno. Aceptarse por las estupideces de uno, corregir lo corregible, amar lo in-amable y saber que uno es quien es y si no existe el orgullo de ser, la ligera arrogancia de saberse desde causa hasta consecuencia, entonces no existe un romance correspondido hacia ti.
 
 
Con pecados olvidados y recordados a la vez....

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