lunes, 27 de mayo de 2013

Imagen

                
                He llegado al momento de mi vida que creí que solo llegaría a un Cole alternativo en una dimensión paralela bizarra: Tome diez minutos para peinarme el cabello.

                Yo sé que no es una gran hazaña o alguna calamidad, tampoco creo que siquiera valga la pena hacerlo notar. Pero me puso a pensar. Siendo uno parte de la generación X, pues no debería sorprender que de pronto la vanidad le gane a la practicidad; Sin embargo tengo que admitir que dadas mis raíces, no pensé que llegara a tomar algún momento de prioridad esta onda del “cómo te ven te tratan”. Siendo yo pro marxista, pro revolución, pro aborto, pro-fesional de la mentira piadosa, pro Che, Pro Fidel, pro chavez, Pro-tozoario, etc., uno pensaría que estas no son las cosas que a uno le interesan.

                Pero todo es por culpa de la bendita imagen. La imagen es ese fantasma que dice quién eres sin siquiera presentarte con los demás. Es algo que dice cosas de ti que tu probablemente obvies o ignores. Es el reflejo en el espejo que te dice un montón de etiquetas superfluas acerca de lo único que no puedes ver de ti el 90% del tiempo, a ti mismo. No me gustan las fotos ni los espejos, estos son, creo yo, la manera más sencilla de olvidar quien eres. Desde muy pequeño, esta carne que ven los que me tratan no me parece que sea la verdad de mí. Creo que mi cuerpo es un mecanismo y que contiene la importancia solo hasta el punto donde te da la funcionalidad para continuar con vida y hacer tu historia. Pero nada más.

                De ahí que al contemplarme por diez minutos en el espejo del baño logre darme cuenta que entre al juego, de que finalmente los veintes que todo mundo dice que te caerán, finalmente están en tu bolsa y hasta los puedes contar. Me he dado cuenta que en efecto, la imagen que se proyecta es precisamente un reflejo de lo que por dentro vas manejando. Aun así, me doy cuenta que esta vana pero correcta manera de ver la vida existe y no hay nada que pueda yo hacer para cambiarla. Sin embargo, si puedo cambiarme a mí. Puede que finalmente haya entrado al juego que de más joven pensé que no pertenecía. Pero eso no quiere decir que no pueda jugar el juego y ganar, no quiere decir que tengo que jugar con las reglas precisas que se imponen… y no significa que no pueda hacer trampa.

                Tan solo significa que la imagen pesa… pero de uno depende saber hacia qué lado se pondrá el peso…


 it is what it is...

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